convertido en una receta tradicional italiana a pesar de ser bastante
reciente. En su origen el tiramisú no llevaba marcarpone, eso es, sin
queso ¿sorprendidos?. Era un postre reconstituyente para los clientes de
los prostíbulos en la Segunda Guerra Mundial, una crema dulce que
ofrecían para dar más fuerza y levantar la libido… je je. Curiosa
historia, ¿verdad? En aquel entonces se usaban tan sólo 5 ingredientes:
yemas, azúcar, bizcochos, cacao y café. La evolución y posterior
reconocimiento se produjo gracias a la cadena de restaurantes Toulá que
dio a conocer en toda Italia este postre delicado, sencillo y muy
cremoso. Uno de mis postres preferidos.
4 yemas
100 gr. de azúcar
400 gr. de mascarpone
200 gr. de bizcochos de soletilla (una bolsita entera casi)
175 ml. café (o si es solo para adultos 100 de café y 75 de amaretto)
cacao en polvo para espolvorear o virutas de chocolate.
En primer lugar, preparamos una cafetera de café bien fuerte, de calidad y dejamos enfriar.
Para este paso un TRUCO: las claras las tenéis que tener a temperatura ambiente!!!
En otro recipiente grande
batimos las yemas con el azúcar hasta que tenga una consistencia
espumosa. En este momento le vamos añadiendo el mascarpone poco a poco y
seguimos batiendo. Le añadimos las claras montadas y mezclamos bien.
En el molde que queramos ponemos una capa de bizcochos de soletilla
en el fondo y empapamos de café (o amaretto).
Los cubrimos con una capa de la
crema de mascarpone y rallamos chocolate negro por encima. Hacemos lo
propio con otra capa de bizcochos y finalizamos con una de crema de
mascarpone con cacao o virutas espolvoreado por encima.
Se deja reposar al menos 6 horas en el frigorífico (aunque está mucho más bueno si se deja reposar 24).
Cada hora que pasa el bizcocho se empapa más de los diferentes
ingredientes hasta quedar completamente integrado en este postre de
excepción.